Las conductas sobre los patrones de la alimentación empiezan a aparecer desde los primeros días del nacimiento y se van moldeando en el transcurso del crecimiento y el desarrollo, de acuerdo con las influencias ambientales y las tendencias innatas.
Desde el punto de vista psicológico se han descrito tres tipos de patrones de comportamiento de los padres y madres frente a sus hijos e hijas: autoritario, permisivo y autorizado. Este último parece favorecer el desarrollo del autocontrol en los niños y niñas, mientras que los otros dos no.
En el segundo patrón, se encuentran padres y madres demasiado permisivos, quienes consideran que el niño y niña tienen la capacidad total para decidir qué, cuándo y cuánto comer y nunca los obligan aunque el niño y niña sen encuentren en situaciones de riesgo.
En el tercer patrón de paternidad sensible, los padres deteminan algunos límites pero ayudan a modular el comportamiento del niño y niña según las modificaciones en la capacidad de autocontrol. Esta actitud comprensiva favorece la independencia del niño o niña y el desarrollo de conductas adecuadas frente a la alimentación.
Horario de las comidas
Los recién nacidos y lactantes menores tienen una capacidad gástrica que limita el tamaño de las raciones, por eso su principal mecanismo para controlar la ingestión es variando los intervalos entre las comidas. Por esto se pasó del horario estricto de las comidas cada 3-4 horas utilizado en los años 1920 a 1930, a la libre demanda en la cual el bebé tiene la oportunidad de controlar el horario y la cantidad de cada comida, consumiendo la leche necesaria para mantener la salud y asegurar el crecimiento.
También se permite que el niño o niña asocie el hambre con el inicio de la comida y la saciedad con su terminación. En esta forma se aprenden a establecer hábitos mdoerados de comida.
Selección de los alimentos
En todos los recién nacidos está presente la preferencia por alimentos dulces y el rechazo por los alimentos amargos o ácidos.
De otra parte una comida que produce efectos desagradables puede despertar aversión hacia ella. Igualmente, el obligar a los niños y niñas a comer determinados alimentos puede refrozar un condicionamiento asociativo de desagrado.
El control excesivo de la alimentación por parte de los padres y madres, mediante recompensas y castigos, puede tener resultados a corto plazo, pero estas actitudes limitan el autocontrol del niño y niña y pueden generar preferencias opuestas a las que se desea inculcar. Pueden refrozar la antipatía por los alimentos “buenos y sanos” y el agrado por las golosinas.
Es importante que los padres y madres sepan que deben ofrecer gran variedad de alimentos a sus hijos, en forma repetida, sin emplear métodos coercitivos, sino por el contrario con procesos de aprendizaje asociativo positivo, colocando ciertos límites pero permitiendo que el niño y niña decidan sobre qué cosas comer y qué tanto comer.
OFELIA ARENAS ORTEGA
NUTRICIONISTA Y DIETISTA
Hospital de especialidades médicas en Cancún