El acné es una enfermedad común de la piel que normalmente surge en la adolescencia. Durante la pubertad pueden producirse alteraciones en las glándulas sebáceas, esto ocurre por un aumento en la producción de andrógenos; es decir, hormonas que estimulan la producción de grasa y tapan los poros, provocando espinillas o granos.
Tener acné no es solo un problema de salud, también afecta la estética y crea problemas emocionales.
El acné suele aparecer en toda la cara, pero puede extenderse por el cuello, escote y espalda. La causa más común de la aparición del acné es por un factor hormonal, pero también puede surgir por utilizar cosméticos, cremas o medicamentos no adecuados para el tipo de piel.
A pesar de que el acné se presenta más en los adolescentes, también puede aparecer en recién nacidos y adultos. Cuando un niño padece acné moderado, es más probable que durante la adolescencia presente acné severo; por lo que, comenzar con un tratamiento de acné lo antes posible ayudará a minimizar las consecuencias físicas y psicológicas que puedan surgirle más adelante.
Muchas personas suelen recomendar tratamientos caseros o comprar medicamentos genéricos que oculten los brotes; aunque en apariencia pueda parecer que funciona, tomar tratamientos sin una guía médica puede desarrollar otro tipo de consecuencias.
Lo ideal siempre será acudir con un dermatólogo, desde el primer momento en que el acné comienza a aparecer; este especialista podrá realizarte un diagnóstico que te ayudará a tratar el problema de raíz de manera correcta.
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Cada tratamiento dependerá del grado de acné que se tenga; un mismo tratamiento no siempre será el adecuado para dos personas, muchos factores pueden influir en esta enfermedad, como el tipo de piel de cada persona o antecedentes familiares.
Siempre que el dermatólogo lo considere necesario, deberás cambiar tu alimentación, y mejorar la higiene. Los tratamientos pueden ser tópicos u orales, e incluso combinarse.
Al comenzar un tratamiento de acné a tiempo, podrás evitar la aparición de cicatrices permanentes y marcas oscuras en la piel. Pero es importante seguirlo al pie de la letra, y sobre todo evitar tocar o manipular las lesiones, al hacerlo lo único que provocas es una mayor inflamación y facilitas la aparición de cicatrices que pueden ser difíciles de tratar después.